
Permanecimos sentados en silencio, mirándonos a los ojos el uno al otro en un intento de descifrarnos mutuamente el pensamiento. Edward fue el primero en romper el silencio.
—Tal vez no sea la comparación adecuada. Puede que sea muy fácil rehusar el brandy. Quizás debería haber empleado un heroinómano en vez de un alcohólico para el ejemplo.
—Bueno, ¿estás diciendo que soy tu marca de heroína? —le pregunté para tomarle el pelo y animarle. Sonrió de inmediato, pareciendo apreciar mi esfuerzo.
—Sí, tú eres exactamente mi marca de heroína.
— ¿Sucede eso con frecuencia? Miró hacia las copas de los árboles mientras pensaba la respuesta.
—He hablado con mis hermanos al respecto —prosiguió con la vista fija en la lejanía—. Para Jasper, todos los humanos sois más de lo mismo. El es el miembro más reciente de nuestra familia y ha de esforzarse mucho para conseguir una abstinencia completa. No ha dispuesto de tiempo para hacerse más sensible a las diferencias de olor, de sabor —súbitamente me miró con gesto de disculpa—. Lo siento.
—No me molesta. Por favor, no te preocupes por ofenderme o asustarme o lo que sea... Es así como piensas. Te entiendo, o al menos puedo intentarlo. Explícate como mejor puedas.
—De modo que Jasper no está seguro de si alguna vez se ha cruzado con alguien tan... —Edward titubeó, en busca de la palabra adecuada—, tan apetecible como tú me resultas a mí. Eso me hizo reflexionar mucho. Emmett es el que hace más tiempo que ha dejado de beber, por decirlo de alguna manera, y comprende lo que quiero decir. Dice que le sucedió dos veces, una con más intensidad que otra.
— ¿Y a ti?
—Jamás.
Crepúsculo.
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