Entonces sus fríos labios de mármol presionaron muy suavemente los míos. Para lo que ninguno de los dos estaba preparado era para mi respuesta. La sangre me hervía bajo la piel quemándome los labios. Mi respiración se convirtió en un violento jadeo. Aferré su pelo con los dedos, atrayéndolo hacia mí, con los labios entreabiertos para respirar su aliento embriagador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Algo para decir?